Con autoridad y una gran capacidad de remate, CUBA supo defender, sin muchas vacilaciones, su condición de puntero frente al entusiasta Champagnat. En el cierre de la primera rueda de la etapa decisiva, los de Villa de Mayo tuvieron un rendimiento homogéneo, virtud suficiente para concretar un claro triunfo por 37-26, y así lograr lo que hace tiempo no podían: retirarse victoriosos en su visita a Pacheco.
No existió un amplio dominio de los visitantes, pero las reiteradas imprecisiones de Champa promovieron la diferencia. Porque, pese a su ímpetu, cometió demasiadas equivocaciones en las acciones de segunda o tercera fase, instancias en las que perdió el control de pelota, y le costó demasiado terminar correctamente jugadas con un buen inicio. Tal es así que tres de los seis tries de CUBA (los dos de Domínguez y el de Ignacio Corleto) nacieron en movimientos en los que recuperaron el balón.
La primera media hora transcurrió en una intensa paridad. CUBA quebró con la primera conquista de Domínguez (excelente escapada del escurridizo Leiguarda), pero después de un line ganado por Santiago Panelo llegó la justa respuesta de Balzano.
Durante ese lapso, las acciones tuvieron dinamismo y velocidad. Hasta que los vencedores alcanzaron su punto más alto de efectividad. De cada avance o aproximación al in-goal contrario se volvían con puntos. En la última parte del primer período, con los tries de Ortiz de Rozas -la figura en una tercera línea que rindió a pleno-, Agustín Ezcurra y Nani Corleto, obtuvieron una ventaja que les permitió seguir hasta el final con la certeza de que las dificultades sólo podían llegar a causa de errores propios (el parcial los favoreció 24 a 10).
El negocio para CUBA, entonces, estuvo no descontrolarse, presionar y saber explotar cada situación favorable, plan que llevó a la práctica muy bien, a pesar de que en dos ocasiones se quedó con un hombre menos (amarillas para Domínguez y Herrou).
Por Santiago Roccetti
De la Redacción de La Nación
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