Palabras al Hermano Angel

No se habían acallado aún las expresiones de júbilo y alegría causadas por tu presencia en Buenos Aires y tu emotiva visita a la Sede del Club de Estancias del Pilar, como asimismo por tu promesa de encontrarnos nuevamente en Agosto en que debías regresar para un chequeo médico, cuando el pasado 6 de Junio, en llamativa coincidencia con el día de San Marcelino Champagnat , recibimos la sorpresiva y triste noticia de tu partida.

Nos dejaste, muy querido Angel, a tu “temprana” edad de 94 años. Y decimos “temprana” porque como si fuera poco lo que ya habías hecho, todavía estabas lleno de proyectos y realizaciones como se lo hiciste saber al Hermano Provincial compartiendo la comida la noche anterior a dejarnos. En vano te esperaron a la mañana siguiente para el desayuno. El Señor te había llamado de regreso a Su Casa, Él tenía otros proyectos para vos. La hora del “reposo del guerrero” había llegado.

Y vaya si hiciste obras querido amigo. Tu vida fue una entrega generosa y desinteresada al servicio de la Congregación de Hermanos Maristas y a los principios definidos por su Santo Fundador: “la formación de buenos cristianos y virtuosos ciudadanos”. Numerosas fueron las generaciones del Colegio a quienes transmitiste y asimilaron dichos principios, y tus clases de química imprimían en tus alumnos mucho más que meras fórmulas y conocimientos académicos.

Y siempre fuiste por más………….

Y visualizaste en el deporte, y más precisamente en la práctica del rugby el elemento formador de buenas personas, como importante complemento de la educación recibida en el Colegio y de la recibida desde nuestro nacimiento de nuestros padres. Así, incansable visionario, incorporaste el rugby en el Colegio y en nuestras propias vidas, seguramente intuyendo el alcance que esta actividad iba a representar para todos los que la practicaran.

El campo de deportes de San Martín te vio cumplir las más disímiles y variadas funciones dirigente, tesorero, entrenador, enfermero, aguatero, concesionario, étc., étc.. Todo nos lo servías “en bandeja”, nada nos faltaba. Y así pasaron los años, el Club crecía en socios, los resultados no se hacían esperar, y, junto con éllos, los campeonatos.

Pero querías algo mejor para el Club, algo propio para sus socios y para su actividad, y ahí fue cuando tu olfato de sabueso y tu vista de lince enfocaron a Pacheco, donde se compraron las tierras que al día de hoy nos acompañan, y que fue cuando nos dijiste: “ahí tienen lo suyo, la privacidad que les faltaba en San Martín, cuídenlo, desarróllenlo y disfrútenlo”.

Acostumbrados a tenerte en todo momento manejando la situación, al poco tiempo nos vimos en la necesidad de “saltar del asiento de atrás” para ponernos al volante de la administración de nuestro Club, extrañando pero debiéndonos olvidar de todo pasado fácil, de la cosa servida y del consentimiento vivido. Pero tus huellas estaban frescas, tus enseñanzas aprendidas, y, no sin muchas dificultades en un principio comenzamos a desandar el camino que nos llevaría, a través de los años, a este brillante presente en el que sólo nos nace exclamar: gracias Angel querido por ser nuestra brújula, nuestro norte, nuestro guía, y por poder ser así también nosotros formadores de buenas personas a través de la práctica de este noble deporte.

Gracias por tu legado.

Gracias por alentarnos a acceder al capital invalorable que nos ha dado y nos seguirá dando el rugby: la amistad.

Gracias por tu inolvidable y reciente visita a la sede del Club de Estancias del Pilar, de la que permanecerá por siempre en nuestras retinas tu expresión de sorpresa y satisfacción al ingresar en el Barrio Champagnat y tomar contacto con nuestras instalaciones, como diciendo “muchachos van por muy buen camino”.

Gracias por tu reiterado interés por el futuro del Club ante la situación que hoy enfrentamos en Pacheco, como así también por tu motivador apoyo a la decisión de su traslado.

Gracias por tus palabras de aliento en el sencillo, emotivo y merecido homenaje que te preparamos junto a los chicos del rugby infantil.

Pero también, querido Angel, queremos pedirte perdón por todas las equivocaciones que, fruto de la juventud e inexperiencia, podamos haber cometido. Nada más alejado de nuestro sentir que fallarte en lo más mínimo.

Luchador incansable e impredecible, donde has estado has dejado una extraordinaria obra, ya sea en Buenos Aires ya en tu querido Libertador en Jujuy, donde, como no podía ser de otra manera eras figura destacada y muy querida en el ámbito local.

Hiciste siempre tuyas las palabras de la Madre Teresa de Calcuta cuando decía “la piel se arruga, el pelo se vuelve blanco, los días se convierten en años, pero lo importante no cambia; tu fuerza y tu convicción no tienen edad. Detrás de cada línea de llegada hay una de partida, detrás de cada logro hay otro desafío. No vivas de fotos amarillas. Sigue aunque todos esperen que abandones. Cuando por los años no puedas correr, trota. Cuando no puedas trotar, camina. Cuando no puedas caminar, usa el bastón. Pero nunca te detengas!!” Fiel reflejo de tu personalidad!!!

Cándido Diez Diez para pocos, Hermano Angel Diez para algunos, “Pelado” para muchos, pero ANGEL QUERIDO PARA TODOS, te vamos a extrañar mucho!!! No te vamos a defraudar.

Te llevaremos siempre en nuestro corazón como también lo harán nuestros hijos y nuestros nietos, y todo aquél que tenga el honor y el orgullo de ponerse la camiseta de Champa.

Descansa en Paz querido amigo con la satisfacción del deber más que cumplido

Descansa en Paz junto al Padre querido amigo que más que merecido lo tienes.