Un grupo unido y con capacidad de adaptación

Las cuatro nuevas caras de los Pumas transmiten dentro de la cancha una misma sensación: seguridad. Pero cuando no juegan, las cosas cambian. Los mellizos Manuel y Felipe Contepomi (21 años), Ignacio Corleto (21) y Martín Durand (22) conforman un mini clan, situación inevitable por la amistad que surgió durante el paso por el seleccionado Sub 21, y por la coincidencia de las edades. Desde aquella primera experiencia, en Australia ´97, este juvenil cuarteto se distingue por su unidad.

Pese a ser mellizos, los Contepomi son bastante distintos. Manuel (Manu, como la llaman todos) es incansable, se la pasa todo el tiempo haciendo bromas y para algunos es una verdadera pesadilla; en su casa, por ejemplo, lo padece María Elena (14), la menor de sus siete hermanos. Felipe -Feli-, en cambio, se podría decir que pasa inadvertido, pero no porque sea indiferente o callado, sino porque al lado del torbellino que es Manu, él aporta calma.

Ahora Manuel es un poco más independiente, pero hasta hace unos años, antes de hacer algo siempre lo consultaba a Felipe. La aprobación de su hermano era indispensable.

Los dos Contepomi son hinchas fanáticos de Independiente, razón por la cual Ricardo Bochini se convirtió en el ser de mayor idolatría. En el rugby, siempre admiraron a Alejandro Marguery y Martín Lanfranco, ex jugadores de la primera de Newman, mientras que en el rubro musical, Andrés Calamaro tiene un lugar preferencial.

Y pese a que ahora Manu es un poco más independiente, hasta hace unos años, antes de hacer algo siempre lo consultaba a Felipe. La aprobación de su hermano adquiría carácter de indispensable.

A la hora de divertirse con los demás, Manuel cuenta con un socio ideal: el Cabezón Durand. El tercera línea de Champagnat es extrovertido en la intimidad, pero cuando se acerca un periodista para hacerle una nota, enseguida se transforma y se esconde en una increíble timidez. Hasta llegó a ponerse colorado cuando le hacían un elogio.

El fin de año para Durand resultó positivo, pero antes debió sufrir bastante. Las lesiones lo tuvieron a maltraer y por un instante se “preocupó” porque en su club le insinuaron que querían hacerlo jugar de insider.

Corleto protagonizó un hecho singular: después de ocho años CUBA, su club, volvió a contar con un titular en los Pumas (el último había sido Santiago Ezcurra, en 1990). Como rasgo personal, se puede mencionar su prolijidad y el cuidado por estar siempre bien arreglado. Aunque en su irrupción en el hall de Ezeiza, cuando llegaron de la gira por Europa, sorprendió con una campera de cuero de dudosa calidad y un sombrero de ala, que lejos estaban de coincidir con su look habitual.

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