El nuevo Champagnat: los frutos de confiar más en uno mismo

Más agresivo y menos cauto, sobre todo durante la primera etapa (marcó tres de sus cuatro tries; dos del wing Aguirre), batió al CASI por 29-26 y sumó su cuarta victoria consecutiva; ambos, clasificados

Se cansaron de gastar más energías de las necesarias en prestar atención a las virtudes ajenas que a las propias; en mirar de reojo al oponente, temerosos de proponer una pugna de igual a igual, incluso al más grande de los cucos. Se cansaron y ahora caminan por senderos menos rígidos, más flexibles y prósperos. Gane o pierda, este nuevo Champagnat se da el gusto de disfrutar, de no ceñirse a esquemáticos movimientos, de confiar en los consejos de su imaginación, ciegamente.

Los frutos de esta positiva transformación son elocuentes. Los hombres de General Pacheco celebraron en los últimos cuatro partidos: ante San Cirano (25-18), Belgrano (25-15), Los Matreros (39-10) y, ayer, nada menos que contra el Club Atlético de San Isidro (29-26; parciales de 19-10 y 10-16). Además, si bien ya habían logrado un punto extra por apoyar cuatro o más tries en otros dos compromisos (Hurling y Los Matreros), el bonus que obtuvieron en Acassuso posee un mayor valor, porque enfrente estaba la legendaria Academia, subcampeona de la temporada anterior.

“Durante el primer tiempo jugamos casi a la perfección”, aseguró Emiliano Aguirre, uno de los entrenadores de Champa, que ayer accedió a la Zona Campeonato, al igual que su vencido. Y no exageró.

El ganador, compacto, prolijo en las formaciones móviles y ágil y preciso en el manejo, no sólo se repuso de un try-penal en contra (0-7) y contestó con el primero de las dos conquistas del fugaz wing Gonzalo Aguirre, sino que también aprovechó una transitoria ventaja numérica -previa amonestación del tercera línea Ramiro Alarcón- y festejó a través del centro Eduardo Pasman, scrum robado mediante, y otra vez con Aguirre, después de una interceptación defensiva precisamente de Pasman (19-7).

La situación se complicó seriamente en el complemento para Champagnat, es cierto, porque el confuso CASI, igualmente desordenado, pero menos dubitativo, lo puso en aprietos a puro orgullo (“No nos salió nada de lo que teníamos planeado. No podíamos dar ni tres pasos sin equivocarnos”, reconocería al término del choque el segunda línea local James Stuart).

Entonces el apertura Agustín Durand se encargó de alejar el peligro con su botín y de trasladar a sus compañeros al lugar más cómodo del campo. Entonces el árbitro Martínez amonestó a los alas Ignacio Soler y Tomás Garat y, encima, llegó el try del reincorporado Alarcón (22-23), pero Champa no se desesperó. Entonces el apertura Joaquín Puignau anotó su cuarto penal de la tarde (22-26), pero Champa no se desmoronó ni perdió la concentración. Entonces la defensa sanisidrense pifió un despeje con el pie sobre la línea de los 40 metros y la pelota quedó detenida en el aire, sobre el barrial, lista para que el fullback Máximo Galli la capturara y la depositara con una sonrisa, sin oposición, detrás de las haches (29-26).

En otros tiempos Champagnat se hubiera entregado a la adversidad. Ahora, en cambio, sigue con su juego hasta el final. Porque, como dice el capitán Marcos Lugano, “nos dedicamos a hacer la nuestra. Ya no importa quién esté enfrente”.

Por Martín Villasante
De la Redacción de LA NACION
El destacado de la fecha

El equilibrio del equipo
Agustín Durand
En un conjunto que no tuvo actuaciones desparejas, Champagnat encontró en su apertura al hombre equilibrado, pensante, que manejó el ritmo del encuentro. Fue criterioso y sereno en los momentos apremiantes. Además, se destacaron Lugano en la hilera y Aguirre, por su contundencia.