San Luis venció a Champagnat por 23 a 14, pero pasó zozobras en el final

Ataca Champagnat envalentonado porque redujo la diferencia ante el puntero (pierde por 20-14), cuando todavía quedaban unos pocos minutos de los 7 de que se adicionaron. Jorge Panelo juega los dos penales a escasos metros del in-goal de San Luis, pero el rigor defensivo de los platenses puede más que el ímpetu de los locales, y le llega la pelota a Altube, que con un profundo kick despeja el peligro.

Las acciones se trasladaron al campo de Champagnat, y el Nº 10 de San Luis acierta su segundo drop y ahí se terminó todo. Triunfo del equipo marista por 23 a 14, que no resignó su condición de líder, aunque bien le pudo haber sucedido si su rival no fallaba en la definición de esas oportunidades cruciales.

San Luis recibió un serio llamado de atención: va a tener que mejorar si quiere ver cristalizada su ilusión de ubicarse entre los cuatro mejores del torneo. Como primera medida, no tiene que relajarse y especular con lo que pueda generar su oponente (el conjunto de Pacheco sólo lo tuvo a maltraer en los últimos instantes); si con sus backs obtiene buenos dividendos, no debería prescindir de ellos (ayer, cuando liberó el balón con rapidez, anotó los dos tries). La otra observación pasa por la reiterada tendencia a matar el juego en los reagrupamientos. Eso desluce notoriamente su rendimiento.

No se trata de restarle méritos a la victoria; es que a San Luis se le puede pedir algo más de lo que produjo ante Champagnat, y lo demostró en esos pasajes que dejó escapar su inspiración. Cuando Altube salió jugando desde su propio in-goal, con Crispo ensayando un sombrerito y con Monsalve culminando la maniobra debajo de los palos locales. Esa conquista de toda la cancha no fue obra de la casualidad, porque después fue el fullback platense el que desniveló por la punta derecha y marcó nuevamente.

Con pocos recursos (el line fue una pesadilla y el scrum casi siempre retrocedió), Champagnat le dio un susto a San Luis. Y si Barruti no hubiese estado tan errático (falló tres penales, dos de ellos muy factibles), la historia pudo haber sido diferente.

Por Santiago Roccetti
De la Redacción de La Nación

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