Significó un resarcimiento para la autoestima. Por eso el desahogo en el efusivo festejo tras el triunfo. Es que en las últimas tres fechas Champagnat ganaba, pero en los instantes finales sus adversarios le quitalen de las manos la victoria. Se desilusionó con el SIC (perdió 27-28), ante Los Tilos (19-21) y frente a San Luis (20-21). Hasta que, por fin, tuvo su tarde de reivindicación. Se le dio nada menos que frente al CASI, el subcampeón, al que venció sin objeciones por 26-18.
Los de San Isidro tuvieron un mejor arranque, adueñándose de la pelota, aunque esa insinuación duró un cuarto de hora. Porque los ganadores, sin descuidarse en defensa, demoraron en acomodarse. De todas maneras, ninguno llegó a ser superior al otro. Entre la indecisión de Champagnat para ser agresivo en sus avances y las vacilaciones del CASI, todo se diluyó en la lucha de los forwards, para caer en la intrascendencia. Los pateadores asumieron un rol protagónico y, como ninguno falló, el parcial cerró con un pobre 12-6 en favor de los de Pacheco.
El CASI volvió a tener un arranque auspicioso. Ferioli encontró espacio y desbordó para apoyar el primer try (13-15); con el empuje en el maul, Gambarini obtuvo la segunda conquista e igualó (18-18). Y cuando parecía que otra vez Champagnat podría resignar el éxito, no se entregó. Barruti acertó su séptimo penal -erró sólo uno- y Tomaghelli dio la puntada final en un buen contraataque (gran pase de Durand por debajo de las piernas) para llegar al in-goal rival y así terminar con un estigma.
Por Santiago Roccetti
De la Redacción de La Nación
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