LA IMPORTANCIA DEL RESPETO A LOS REFEREES

A continuación les dejamos una nota extraida del mailing de AFTER XV y escrita por Marcelo Mariosa. En la misma se reflejan los principios y conceptos del rugby con respecto a los encargados de impartir justicia.

Hay que matar a un referee

La pluma del ruck, by Marcelo Mariosa – En mis constantes idas a ver a mi equipo favorito de fútbol, sufrimiento incluido, he escuchado repetidas veces que hay que matar al referee. Desde las tribunas todo se ve muy fácil y muy claro, y los hinchas exaltados vociferan, enloquecen y se desgañitan gritando por ese objetivo que sólo desean: la victoria de su equipo.

Cuando voy a ver rugby cada sábado veo la desesperación de muchos de los de afuera -y cada vez más algunos pocos de los de adentro- atribuyéndole al referee la causa de sus males, la poca fortuna de su equipo, los errores en el juego y hasta la caspa que no se va.

El rugby es uno de los juegos más difíciles para ver y referear. Yo mismo he refereado varias veces y les aseguro que es muy ingrato. Pero hay algo que no debemos olvidar: el juego se desarrolla con 15 jugadores por lado y un señor que hace de árbitro. Todos tenemos claro que esto no es como el otro fútbol, que podemos jugar un partido entre conocidos y dejar que nadie dirija. Acá necesitamos de ese señor que sople el silbato indicando alguna de las cuantiosas faltas que ocurren cada minuto sobre una cancha de rugby.

En las instalaciones de un club de Buenos Aires (sé que en clubes del interior también) hay personas que son instruidas para ser referees y que lo hacen sólo para colaborar con los jugadores, que es su manera de amar el juego y de ayudar a otros que tienen la suerte de jugar. Los he visto practicar los silbatazos potentes de un penal, y los más suaves de una infracción menor. Los he visto practicar una y otra vez, indicando a un tackleador invisible que suelte al tackleado, a éste que suelte la pelota y señalar un supuesto penal por alguna infracción. Y ese maldito silbato estridente que sonaba una y otra vez, a escasos metros de donde yo estaba, me distraía de lo que yo estaba haciendo. Entonces recordé aquella frase escuchada en otro ámbito, de la cual tenemos que aprender pero no copiar (sino corregir), de que hay que matar al referee.

En su lugar, nosotros debemos cuidarlos, protegerlos, tratarlos educadamente dentro de la cancha y fuera de ella, y rogar que tengan un buen partido. Y también aprender a ser más tolerantes con sus fallos y con los resultados, ya que en el rugby ganar es una consecuencia, no una meta. Aunque queramos ganar siempre (yo incluido), hay que aprender a perder. Y a cuidar a los referees.