Una luz de audacia le bastó a Champagnat

En un partido pobre, le ganó el clásico a Newman por 19 a 14

Menos mal que para toda ocasión se inventan frases que conforman a los haraganes del análisis. Aquello de “los clásicos hay que ganarlos, no importan cómo” salvó la ropa de los que no andaban con ganas de buscar muchos argumentos. A Champagnat le bastó con ver a los de Newman con la cara apuntando al piso y quedará para otra ocasión la minuciosidad en la evaluación. Un partido tan malo que por suerte tuvo su contrapeso en la fiesta en las tribunas, los contrapuntos en los cánticos, el cotillón y el fervor. En el duelo de los colegios, Champagnat se acordó a tiempo de exhalar algo de actitud ofensiva. Y le alcanzó. Newman llevó cierta ventaja en el marcador durante gran parte del encuentro, pero una sucesión de errores devenidos en infracciones lo condenaron a la burla de su oponente (éxito por 19-14).

Fue una devolución de gentilezas, en realidad, pues al principio los hinchas de Newman eligieron una manera bastante inusual de celebrar la salida de Champa: arrojando a la cancha cinco gallinas. Ni el árbitro Pablo Deluca ni los jugadores pudieron espantar a las desconcertadas aves, que fueron testigos del partido durante los primeros 20 minutos, ubicadas en un in-goal. ¿Cómo estuvieron tanto tiempo allí? Es que esas zonas de riesgo parecieron tierra prohibida para los equipos, que apenas movieron el marcador con tres penales.

Una palomita de García Frugoni para el try de Newman encendió el segundo tiempo, pero sólo fueron chispazos. Pasados los 20 minutos Champa le agregó a la tenacidad defensiva algo de audacia, pues el partido se le escapaba de las manos.

Empujó sin claridad, pero ganando metros. Lo lanzó (¡por fin!) al veloz Suárez, que perforó y logró la conquista que dio vuelta el resultado (14-13). Pero no se quedó. Y esa actitud, apenas, le valió la diferencia. Newman se derrumbó y Champa continuó arremetiendo y provocando penales que Hansen se encargó de convertir.

“Realmente jugamos mal. Tenemos equipo como para haberlo ganado más cómodo, pero no hicimos nada”, fueron las palabras de un integrante del equipo… ganador. Así, Iván Hansen reconoció lo que la mayoría de sus compañeros opinaban por lo bajo y no tanto: se había jugado mal, pero se había conseguido el objetivo.

Fue un clásico abundante en color e ingenio afuera, pero carente de emotividad y riqueza sobre el césped. Pero está claro que en estos encuentros la meta es apropiarse del catálogo de burlas para someter al archirrival hasta la próxima cita. Champagnat festeja y no da lugar a quienes lo atosiguen con aspectos tácticos. Ya habrá tiempo para eso…

Por Diego Mazzei
De la Redacción de LA NACION

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